El Becario, esa maravillosa especie

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Este articulo de La Vanguardia me ha hecho reflexionar esta mañana sobre un perfil de trabajador cada vez más habitual: el becario.

Estudiantes de últimos cursos de la carrera con ganas de poner un pie en una empresa en la que aspiran trabajar. ¿Cómo son? Jóvenes sin experiencia, o con muy poca, pero con una motivación sin límites.

Son el “nuevo” recurso de las empresas para esas tareas menos agradables de hacer, que necesitan de menos cualificación y que no tienen mucha responsabilidad. Son los nuevos aprendices.

Muchos de ellos entran con ganas de demostrar sus ganas de comerse el mundo y su valía, pensando que eso será suficiente como para que, una vez acabado el período de prácticas, les cogerán en la empresa. Y si bien eso ocurre de vez en cuando, no es ni mucho menos lo habitual.

Con esta esperanza los becarios están unos cuatro meses dando todo lo que saben por una empresa, generalmente sin cobrar nada, pensando en qué después se les recompensará con, con suerte, un trabajo o si no una carta de recomendación.

Como decía han sustituido al aprendiz, pero este sabía que se le estaba formando, y por eso no cobraba, pero que después sí que se quedaría en la empresa para trabajar de forma remunerada. El tiempo que había estado trabajando de forma gratuita a cambio de una formación después se veía recompensada, pero ahora ya no.

Y yo desde aquí me pregunto, aunque contratar al becario sería un coste por la empresa, ¿no sería más práctico que no coger otro becario al que volver a enseñar? Porqué no se puede obviar que al becario se le tiene que explicar todo, es un nuevo trabajador y no sabe cómo funciona la empresa.

Muchas empresas se han acostumbrado al batallón de becarios sin experiencia, pero ilusión, que realizará encantado trabajos rutinarios, y pasados los cuatro meses reglamentarios se irá y su puesto lo ocupará un nuevo becario a quien explicarle todo de nuevo, pero que tendrá esa misma ilusión.

Un día, hablando con una persona cercana, me decía “los becarios son lo mejor para una empresa, no están quemados del oficio aún y es tan fácil alimentar su esperanza… No se va a quejar y cuando pueda empezar a estar quemado: se va a ir”.

Pero, ¿qué ocurre con todos las personas que han acabado la carrera? Ya no pueden ser becarios, pero no tienen la experiencia necesaria para la gran mayoría de perfiles. Esas hordas de becarios han ocupado, de forma gratuita, los puestos de trabajos de los que han acabado la carrera y una vez licenciados, o graduados, se encuentran en tierra de nadie y sin ese convenio de prácticas que les aseguraba la posibilidad de encontrar algo.